Nueva vida para el reloj de la torre
La iniciativa de dos sampedrinos que le propusieron al intendente interino Ramón Salazar reparar el reloj de la torre del Palacio municipal, que hace años que no funciona, derivó en un plan integral que tendrán a su cargo dos reconocidos maestros relojeros que se dedican a este tipo de monumentos.
Los sampedrinos subieron a la torre y se dieron cuenta de que ellos no tenían mucho por hacer. Ramón Salazar instruyó entonces al secretario de Servicios Públicos, Ariel Álvarez, para que ponga en marcha el operativo recuperación. El exdirector de Cultura, José Luis Aguilar, le facilitó el contacto de Javier Terenti, el reconocido responsable de los relojes monumentales de la ciudad de Buenos Aires, famoso por su tarea con la histórica Torre de los Ingleses.
Terenti arribó a San Pedro junto a otro famoso relojero monumental, Guillermo del Valle, quien desde Córdoba lidera la empresa Gnomon, que se dedica a devolverle vida a ese tipo de mecanismos y que tuvo a su cargo, por ejemplo, el plan de restauración de los relojes de los edificios municipales que el arquitecto Francisco Salamone construyó en el sur bonaerense.
Del Valle conocía la torre municipal y el reloj que había dejado de funcionar, que se reparó en los años en los que Rodolfo Trelles estaba a cargo de la intendencia y luego volvió a quedar parado. En 2016, cuando hacía un relevamiento de relojes monumentales del país, pasó por Palacio.
Esa vez, recordó en diálogo con La Guía Club, cuando llegó le dijeron que el reloj tenía una máquina suiza. Lo consideró imposible, porque no hay de ese tipo en el país. Cuando subió a la torre se encontró con el mecanismo que en la última recorrida observó oxidado y en estado de abandono en el piso.
“Cuando subí y asomé la cabeza me encontré con que era una máquina francesa”, dijo Del Valle y reveló que cuando la repararon “le metieron mano”, es decir violentaron la historia del reloj municipal para “modernizar” el mecanismo, que hoy ya no sirve.
De hecho, esa máquina tiene destino de museo. Será reacondicionada para su exhibición pero para el funcionamiento del reloj de la torre se dispondrá una nueva, eléctrica. Lo que sí se restaurará a nuevo será el resto del mecanismo, que incluye las agujas del reloj y el sistema que implica.
“La han intervenido, alguna empresa intentó automatizarla y lo que hizo fue desmantelar por completo todo lo que era el tren de marcha de la máquina”, lamentó Del Valle y agregó: “Hay una pesa que acciona la campana y otra que acciona un juego grande de engranajes que mueve las agujas, ese juego completo de engranajes está desaparecido, porque cuando la toquetearon y la intervinieron, le sacaron eso y acoplaron una cosa eléctrica arriba”.
El relojero consideró “una falta de respeto a la máquina” esa intervención y señaló que por lo general lo que hacen él y sus colegas es intentar repararlas para dejarlas como estaban, originales, o cuando no se puede, como en el caso del de la torre de la Municipalidad, destinarla a museo y acoplar una máquina eléctrica nueva.
“Intervenir una máquina para automatizarla es como si tenés un Ford T y le metés el motor de un Corolla adentro”, graficó el relojero.
La máquina que está en el piso de la torre municipal no tiene otro destino que la de ser reacondicionada para su exposición, tarea que de seguro emprenderá Javier Terenti, que se ocupará de las refacciones en todo el mecanismo existente. “La gente va a poder ver la histórica máquina que movió el reloj de la torre”, celebró Del Valle.
Terenti será quien repare los engranajes, la minutería, con las agujas originales. Algunas pesas faltan, por lo que deberán ser reemplazadas. El cambio fundamental es el del “corazón” del mecanismo, la máquina propiamente dicha. Además, instalarán un electromartillo que será el que golpee la campana para que todo el pueblo escuche el tañido a cada hora.
“En este caso no queda otra, estamos condicionados porque faltan piezas, andá a saber quién tocó esa máquina. Es imposible hacerla andar, es imposible fabricar esas piezas o implicaría un costo muy alto que no amerita hacerlo”, explicó Del Valle.
La máquina eléctrica que se colocará nueva para hacer funcionar el reloj de la torre del Palacio municipal contará con conexión satelital que le permitirá, en caso de que se corte la luz, ponerse en marcha a horario cuando el suministro de energía regrese.
La Municipalidad se ocupará de limpiar toda la zona y de pintar la torre por dentro una vez que los técnicos hayan terminado.
En las ventanas, donde faltan algunas piezas de vidrio, reemplazarán todo por policarbonato con tratamiento blanco detrás, porque “ese reloj originalmente era blanco, eso debió tener una opalina, que venía de Italia, para poder iluminarlo de adentro”.
“El tiempo provoca deterioro, es tirano con las máquinas estas. Una vez que se empiezan a oxidar… En la torre, si bien no se llueve mucho, algo entra; el polvillo; el óxido, que ataca todo. Esta máquina no estaba en su lugar ni protegida, estaba en el piso. Se ve que alguien intentó arreglar algo, falta el péndulo, faltan un montón de piezas, es imposible devolverle la vida, solamente se puede conservar en museo”, detalló el especialista.
Guillemo del Valle, que fundó Gnomon en Villa María Córdoba, se fue de San Pedro para al otro día trabajar en la Municipalidad de Río Cuarto, conocido como el Palacio de Mójica, por el intendente que lo proyectó, donde el arquitecto Alejandro Bustillo, el mismo que diseñó la sede central del Banco de la Nación y la rambla de Mar de Plata, soñó un reloj monumental que no se había podido colocar.
En el país, Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba, en ese orden, son las provincias que más relojes monumentales tienen, reveló Del Valle. Entre ellas, el territorio bonaerense es que el cuenta con mayor cantidad de edificios municipales que poseen reloj.
Uno de ellos el Palacio municipal de San Pedro, que sustituyó al antiguo convento franciscano y cuyo uso público comenzó en el año 1892, cuatro años antes de que se reemplazara el reloj original por el que está hoy. Ahora, 130 años después, ponen manos a la obra para que vuelva a marcar cada hora que pasa en la vida de la ciudad.