Cerveza artesanal sampedrina: Discordia, creadores de sabores en familia
Amigos en un bar, cervezas de por medio, charlas de la vida, ¿qué mejor receta para la creación de una idea emprendedora como la de una nueva cerveza artesanal? Así fue que, como uno de esos sorbos de una pinta bien fría, Julián Pagano y Juliana Bordoy se introdujeron al mundo de la industria cervecera.
A mediados de abril del 2018 comenzaron con una pequeña inversión para equipos. Diseñaron ollas a medida, con un objetivo inicial en mente de 50 litros de cerveza, destinados a la degustación entre amigos. Sin embargo, lo que había comenzado como un hobby, terminaría siendo su única dedicación; mejor dicho, su trabajo.
Juliana y Julián comenzaron a hacer cursos para formarse. Las opiniones positivas de su producto final no dejaban de llegar, aunque lo más importante seguía faltando. Encontrar el nombre indicado para su cerveza generaba constantes debates, discusiones, faltas de acuerdo e inconformidad. Y como quien no quiere la cosa, qué mejor que inmortalizar esos momentos con su simple definición: Discordia.
Lograr cerveza artesanal sabrosa no es un proceso simple y mucho menos lo es tener que mantener en cada producción el mismo sabor y el mismo color, característico de cada estilo. Juliana acompañó a LaGuíaClub en recorrida por la fábrica y describió el proceso de producción, que va desde elegir la malta adecuada para el estilo de cerveza deseado, moler, macerar, colar, cocinar con lúpulo y los ingredientes extras, según el estilo de cerveza, fermentar con levadura, hasta embarrilar y gasificar.
Sus roles en la producción son variados, se reparten las tareas e intentan estar ambos en cada paso, o por lo menos así era hasta que, en agosto del 2020, a este “doblete de J” se le sumó una nueva integrante para revolucionar su mundo: Joaquina. Aunque esto hizo que Juliana pase menos tiempo en la fábrica y tuviese que enfocar su trabajo a la parte administrativa, la beba vino con una cerveza bajo el brazo: la Triple J, una Neipa frutal y amable, muy fresca.
Cualquiera podría decir que nada puede salir mal de una ingeniera química y un ingeniero mecánico en proceso a la hora de hacer cerveza. Es por eso que Julián y Juliana están en cada paso, en cada detalle, casi al borde de la obsesión por la perfección, y dedicando su tiempo para crear una cerveza deliciosa para el disfrute de todos los paladares.